Por el derecho a la autodefensa de todos los explotados y oprimidos ¡No al control de armas!

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Manifestación contra la brutalidad policíaca en Nueva York, 2016. Foto: Erik McGregor/Pacific Press

El pasado 14 de febrero fue perpetrada una masacre en la Escuela Secundaria Marjory Stoneman Douglas en el estado de Florida, Estados Unidos, en la que Nikolas Cruz, ex alumno de dicha escuela, un racista con trastorno mental (valga la redundancia), asesinó a 17 personas y 20 más resultaron heridas. Nuevamente, así como en cada ocasión que ocurre algo similar, que no son pocas, los promotores del control de armas empiezan a debatir sobre las limitaciones que, según ellos, deberían existir en cuanto a la venta de armas de fuego, así como la posesión de las mismas.

Valdría preguntarse por qué suceden tan seguido este tipo de masacres en los Estados Unidos. Estas matanzas se encuentran íntimamente ligadas al carácter criminal del imperialismo estadounidense. Su violencia genocida ha causado millones de muertes en sus guerras de saqueo y control geopolítico para enriquecer a los capitalistas y sus corporaciones. Tan sólo en la guerra contra Irak, iniciada en 2003, asesinaron a más de un millón de iraquíes y ahora se encuentran interviniendo en Siria, Yemen, y decenas de países más, amenazando además con bombardear nuclearmente al Estado obrero burocráticamente deformado de Corea del Norte. El imperialismo estadounidense es el más grande genocida, y sus soldados, cuando regresan a su país después de matar a personas inocentes de otras naciones, no dejan de ser unos asesinos y, evidentemente, quienes ahora masacran en las escuelas han aprendido de este ejemplo.

El derecho a poseer y portar armas se encuentra plasmado en la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense y en 2010 la Corte Suprema de Estados Unidos sentenció que ninguna ley estatal o local puede restringir tal derecho. Sin embargo, tras el tiroteo en Florida, quienes se pronuncian a favor del control de armas no han tardado en proponer proyectos de leyes restrictivas para la venta y posesión de armas, leyes reaccionarias e intrusivas que actúan en sentido contrario a los derechos naturales a la autodefensa y a la resistencia a la opresión. Entre los proyectos de ley se encuentra la revisión de antecedentes penales, proyecto defendido por el Republicano Pat Rommey y por el Demócrata Joe Manchin. Pretenden cerciorarse de no vender armas a “criminales”, pero en un país en el cual “la justicia” es racista y clasista hasta la médula, en el que millones de negros y latinos son encarcelados sin derecho a un juicio justo, esto significa atentar contra su derecho a defenderse de los ataques del asesino Estado capitalista y los grupos racistas, “como ovejas llevadas al matadero”.

También se presentó un proyecto de ley en el que se propone aumentar la edad mínima para adquirir armas, esta vez defendido por la Demócrata Dianne Feinstein y el Republicano Jeff Flake; y, finalmente, un proyecto que propone la prohibición de armas de asalto. Mientras tanto, el presidente Donald Trump ha señalado que la respuesta se encuentra en “armar a algunos profesores” para evitar otra masacre, así como en elevar “de 18 a 21 años la edad mínima para adquirir un rifle y por mejorar el análisis del estado mental de los compradores” (El País).

En esta cuestión se han unido tanto Demócratas como Republicanos para apelar por el control de armas, medida que sólo favorece los intereses de quienes buscan oprimir con más fuerza a las grandes mayorías cada vez más pauperizadas. Ambos partidos racistas del asesino imperialismo estadounidense dejan a un lado sus peleas triviales y se unen cada que es necesario defender la dictadura del capital. Las policías actualmente se encuentran sumamente armadas en Estados Unidos, originándose esto después de los disturbios de negros en el vecindario de Watts, Los Ángeles, en 1965, quienes se habían rebelado ante la racista represión policíaca. Esta represión finalmente resultó en el asesinato de 34 personas y encarcelamiento de 4 mil, tras la movilización de la Guardia Nacional.

El control de armas no significará que se deje de favorecer a la represión o a la industria armamentista, por el contrario, las policías locales han estado adquiriendo cada vez más armamento militar excedente del Departamento de la Defensa estadounidense. En agosto de 2017 Trump reautorizó el “programa 1033” el cual, de 1997 a 2014, proporcionó más de 5,100 millones de dólares estadounidenses en armamento a 8 mil departamentos de policía locales de ese país. Además de rifles de asalto han obtenido aviones, lanchas y tanquetas, estas últimas las han desplegado para reprimir protestas contra la represión policial, tal como sucedió en Ferguson, Missouri en 2014, tras el asesinato policial de Michael Brown (The Washington Post). Incluso ya para septiembre de 2014 las policías de 124 universidades estadounidenses habían adquirido armamento de alto calibre, como rifles de asalto M-16 y lanzagranadas modificados (The New York Times).

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Estudiantes se manifiestan frente a la Casa Blanca contra la venta de armas.  Foto: Mandel Ngan/AFP.

Ahora los estudiantes que se manifiestan en protesta le hacen el juego al Estado burgués ya que no tardaron en posicionarse por un mayor control de armas, avanzando hacia el monopolio de las armas por parte del Estado opresor. El 19 de febrero se realizó una protesta frente a la Casa Blanca, convocada por la organización Teens for Gun Reform (Adolescentes por la reforma de armas), en la que señalaron que realizarían “una declaración sobre las atrocidades que se han cometido debido a la falta de control de armas, y enviaremos un poderoso mensaje a nuestro gobierno de que deben tomar medidas ahora» (Telesur). Mientras muchos grupos liberales y contrarios a Trump promueven el control de armas por el Estado, los marxistas sabemos perfectamente que todo Estado es una fuerza especial para la represión de una clase en particular y, bajo el capitalismo, el Estado tiene el propósito de mantener a los trabajadores en una posición esclava, por eso luchamos contra éste y sus intentos por desarmar a los oprimidos. El revolucionario ruso León Trotsky, dirigente, junto con Lenin, de la revolución obrera más profunda en la historia, señaló en el Programa de Transición (1938) que “los reformistas inculcan sistemáticamente a los obreros la idea de que la sacrosanta democracia está más segura allí donde la burguesía se halla armada hasta los dientes y los obreros desarmados.”

Por su parte, los estudiantes de la escuela Marjory Stoneman Douglas, en Florida, agrupados en el movimiento Never Again (Nunca Más), convocaron a una marcha nacional para el 24 de marzo. En esta marcha, denominada March for our lives (Marcha por nuestras vidas), los estudiantes señalaron que pretenden realizar una demostración de fuerza para que el gobierno estadounidense sepa que “la nación está lista para promulgar cambios radicales en las leyes de control de armas” (HispanTV). Sin embargo, esto sólo demuestra una confianza ciega en el Estado capitalista así como en su brazo armado. Lenin señaló en su obra El Estado y la Revolución (1917) que “el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del ‘orden’ que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases”.

Es por ello que en el Grupo Obrero Comunista señalamos que todas las voces que se unen por el control de armas únicamente favorecen y fortalecen al Estado burgués, que busca cada vez más monopolizar el uso de la fuerza, así como el mercado de las armas para poder explotar y oprimir con mayor rapacidad. La evidente crisis impuesta por los capitalistas muestra la urgente necesidad de que los explotados y oprimidos se encuentren armados, lo contrario significaría quedar aún más vulnerables frente al aparato represivo capitalista.

La violencia la ejerce el Estado capitalista

Ejemplo de la importante necesidad de estar armado para defenderse es la brutalidad policíaca a la que son sometidos los negros y las minorías en Estados Unidos, en la que siempre hay víctimas y nunca responsables. En julio de 2014, Eric Gardner fue asfixiado por policías que lo detuvieron por vender cigarros en Nueva York. Un mes después fue asesinado Michael Brown en Ferguson, Missouri, quien se encontraba desarmado y, sin embargo, recibió al menos seis balazos en el cuerpo por parte del policía Darren Wilson, quien tuvo el cinismo de declarar que tuvo temor de que Brown lo golpeara. Ezell Ford, a pesar de que padecía un trastorno mental, fue asesinado también en agosto por la policía de Los Ángeles, California. En diciembre del mismo año, Tamir Rice, un niño de 12 años que tenía un arma de juguete, fue asesinado de un disparo por la policía de Cleveland, Ohio. Uno de los casos más emblemáticos en lo que va del año 2018 sucedió el pasado 14 de marzo, cuando Stephon Clark fue asesinado a tiros en el patio trasero de la casa de su abuela por policías de Sacramento, California, quienes argumentaron, como muchas veces, que “pensaron” que Clark estaba armado. Aun así, de ninguna manera se justifican los 20 tiros que le asestaron, ni la brutalidad y saña con que siempre tiran a matar. Casos como los anteriores se pueden enlistar cientos, los asesinos siempre quedan libres y es por ello que señalamos una y otra vez que ¡no hay justicia en los tribunales capitalistas!

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Policía reprime a manifestantes en Ferguson, Missouri, a un año del asesinato de Michael Brown. Foto: Joe Raedle/Telegraph.

A raíz de estos asesinatos se desataron manifestaciones contra la brutalidad policíaca ejercida contra negros y otras minorías oprimidas. Asimismo, se dio pie a que se contabilizaran los asesinatos de negros a manos de la policía, así como a evidenciar que no hay justicia en los casos, pues los policías responsables de los asesinatos nunca son encarcelados. De acuerdo con una investigación publicada por The Guardian, en 2015 la policía estadounidense asesinó al menos 300 negros; en 2016 fueron asesinados más de 250 negros; y en 2017 más de 220 negros (Huffington Post). En lo que va del año, de acuerdo con cifras de The Washington Post, al menos 60 negros han sido asesinados por la policía.

La raíz de la opresión hacia los negros en Estados Unidos se encuentra en la propiedad privada de los medios de producción. Por siglos, los negros fueron esclavizados y fueron considerados una propiedad, y no seres humanos. Lo que urge ahora, para acabar con este sistema de opresión y muerte, es la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, para destruir por completo las bases que mantienen, no sólo a los negros, sino a todos los explotados y oprimidos, viviendo bajo la bota del capitalismo.

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Militantes del Partido Pantera Negra por la Autodefensa. Foto: Newsweek.

Precisamente, el Partido Pantera Negra por la Autodefensa, popularmente conocido como Panteras Negras, surgió en respuesta a la violencia a la que se encontraban sometidos los negros en sus propios barrios, no sólo ejercida por el Estado y su brazo armado, sino también por grupos racistas como el Ku Klux Klan. Bajo ese contexto vieron la urgente necesidad de estar armados para poder defenderse, ya que en todo momento su vida peligraba. Finalmente, la dictadura capitalista, por medio del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) a través de su COINTELPRO (Counter Intelligence Program), o Programa de Contrainteligencia, y con grupos paramilitares como el SWAT (Special Weapons And Tactics,​ ‘Armas y Tácticas Especiales’) asesinaron o encarcelaron a la mayor parte de la dirigencia del partido hasta llegar a desarticularlo y, de esta forma, facilitar la continuidad del orden de opresión racista. Nosotros en el Grupo Obrero Comunista luchamos por la liberación de todos los presos de la guerra de clases, como Mumia Abu-Jamal, quien fue miembro del Partido Pantera Negra en su juventud y que se encuentra encarcelado y condenado a muerte desde 1982 bajo el cargo falso de asesinar a un policía. ¡Libertad para Mumia!

Durante la presidencia de Barack Obama, primer presidente negro en la historia de Estados Unidos —un defensor del orden capitalista y representante del sangriento imperialismo estadounidense—, igualmente se dieron muchos episodios de brutalidad policíaca no sólo contra negros, sino también contra otras minorías étnicas. Obviamente las cosas para los oprimidos no mejoraron en nada. Actualmente, el presidente estadounidense, el empresario Donald Trump, se sostiene con una base de simpatizantes racistas que no han hecho más que desenmascararse con todo cinismo y ahora pretenden adueñarse de la mayor cantidad de espacios públicos para promover su asqueroso discurso discriminatorio.

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Supremacista blanco embiste con automóvil a manifestantes antirracistas en Charlottesville, Virginia. Foto: Ryan M. Kelly/ The Daily Progress.

Así lo demostraron en la manifestación de supremacistas blancos en agosto del año pasado en Charlottesville, Virginia, en la que organizaciones fascistas reunidas en “Unite the right” y miembros del Ku Klux Klan se concentraron para protestar por el retiro de la estatua del general esclavista Robert E. Lee. En esta manifestación un racista arrolló con su automóvil a contramanifestantes antirracistas y dejó un saldo de una mujer muerta y más de 30 heridos (La Jornada). Un día antes, la ultraderecha había llevado a cabo un acto de protesta en la universidad de Virginia en Charlottesville, en la que recordaron los tiempos más turbios del racismo estadounidense y al nazismo, portando antorchas y lanzando consignas violentas y amenazantes, en esa ocasión también hubo heridos.

Por otro lado, desde septiembre de 2017 se han llevado a cabo en Chicano Park, en San Diego, California, eventos denominados “Patriot Picnics” convocados por un grupo de ultraderechistas, racistas y antiinmigrantes para “ver” los murales que consideran “antiestadounidenses”, y “reclamar el espacio”, sin embargo, grupos antirracistas y decenas de protectores del parque han asistido para hacerle frente al grupúsculo. Los racistas cada vez son más violentos y atrevidos en sus provocaciones, siempre escoltados y protegidos por la policía sandieguina.

Donald Trump, al respecto ha señalado que “este problema existe desde hace mucho tiempo, desde el gobierno de Barack Obama y que no es resultado de su actual gestión” (La Jornada). Somos justos, claro que el racismo no es resultado de su gestión, los pilares de la economía estadounidense, así como de su política, están fundados y surgieron de la esclavitud de los negros, el genocidio de los pueblos indígenas, y el robo de tierra mexicana, sólo que ahora que un racista antiinmigrante como él se encuentra en la presidencia estos grupos e individuos se han envalentonado y se han vuelto cada vez más públicos y agresivos. Trump en la presidencia ha servido como una gran pala que ha hecho subir la mierda de racistas y asesinos a la superficie de ese “gran crisol” que es Estados Unidos.

La única forma en que el creciente racismo, xenofobia y los grupos de ultraderecha serán aplastados es mediante una revolución socialista que arrase con sus amos capitalistas, quienes culpan a las minorías étnicas de la profunda crisis que ellos han generado. Como señalamos en nuestro artículo Para aplastar al fascismo debe liquidarse al capitalismo (Tribuna Obrera No. 2, Enero-Febrero 2018) “el fascismo solamente podrá ser aplastado con la revolución obrera y el derrocamiento del sistema capitalista. Es una lucha a muerte que debe ser conducida hasta la liquidación de la clase capitalista en el plano internacional, con una revolución socialista mundial.”

¿Quiénes tienen derecho a portar armas?

La Segunda Enmienda es defendida a capa y espada, no sólo por aquellos que buscan ejercer su derecho a poseer y portar armas, sino por aquellos que enarbolan la bandera del esclavismo. Es indispensable señalar que aunque la Segunda Enmienda tuvo la finalidad de consolidar milicias que se pudieran defender de un gobierno tiránico, esta surgió en tiempos en que todavía existía la esclavitud. Sus contradicciones evidentes se encuentran en una sociedad dividida en clases. Nosotros, como revolucionarios trotskistas, no somos promotores de la legalidad burguesa, sin embargo señalamos que es una necesidad vital para la clase obrera y todos los oprimidos defender el derecho democrático burgués a portar armas para defenderse. Sin este derecho, los únicos que estarían armados serían los representantes del Estado capitalista y grupos de ultraderecha, quienes ya se encuentran armados hasta los dientes. Incluso hay investigaciones que señalan que muchos agentes policíacos pertenecen a grupos de supremacistas blancos, como el Ku Klux Klan (PBS).

Hay que recordar que la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) es una de las organizaciones que con mayor vehemencia defiende la Segunda Enmienda. Creada en 1871, “la NRA se presenta a sí misma como ‘la organización de derechos civiles más antigua de Estados Unidos’ integrada por ‘orgullosos defensores de los patriotas de la historia y diligentes protectores de la Segunda Enmienda’” (BBC). Sin embargo, esta es una asociación cercana a la ultraderecha que, además, en 2016 financió la campaña electoral de Donald Trump con al menos 30 millones de dólares, y quien en respuesta señaló que la NRA tendría “un amigo en la Casa Blanca”.

En estos momentos en que el control de armas está en discusión por la masacre en la escuela Marjory Stoneman Douglas de Florida, Donald Trump ha instado a los congresistas a no temerle a la NRA y a posicionarse por leyes restrictivas en el tema de las armas.

La NRA, sin embargo, ha guardado silencio cuando se trata de defender el derecho de los negros a poseer y portar armas. Es muy conocido que en 1967 la NRA apoyó una ley que prohibía la portación a la vista (open carry) de armas en California, ya que esta se dirigía en contra del Partido Pantera Negra. En 2012, cuando Earl D. Brown, vigilante nocturno, fue asesinado por policías de Lauderhill, Florida por tener un arma a pesar de que tenía un permiso para portarla y sin resistirse a ser arrestado. La NRA no protestó. Otro ejemplo es el de Philando Castile, quien fue asesinado a tiros en el interior de su auto, acompañado de su familia el 6 de julio de 2016 por un agente de la policía de Minnesota. Castile iba armado, pero también tenía un permiso para portar armas de fuego y en ningún momento sacó su pistola para amenazar al policía, argumento bajo el cual fue asesinado. Nuevamente la NRA no tomó posición en el asunto.

Queda claro que la defensa de la Segunda Enmienda por parte de la NRA se refiere al derecho a poseer y portar armas para los blancos, no para los negros ni nadie más. Y precisamente porque se excluye a los negros en ese sentido, es que han estado surgiendo cada vez más organizaciones que promueven la posesión de armas entre la población negra de Estados Unidos.

Por el derecho a la autodefensa de todos los explotados y oprimidos

En México, país en el que sólo las fuerzas armadas y policíacas pueden legalmente portar armas y a las que, tras la aprobación de la Ley de Seguridad Interior, el gobierno mexicano les ha dado mayor poder, han sido asesinadas más de 120 mil personas, solamente durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, y pinta para terminar su administración con un saldo mayor al de su predecesor, Felipe Calderón. (Ver “¡Abajo la Ley de Seguridad Interior! ¡Aplastar la dictadura capitalista con la revolución obrera!”, Tribuna Obrera No.2, Enero-Febrero 2018).

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Policía abrió fuego contra maestros y simpatizantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) durante protestas contra la reforma educativa en Nochixtlán, Oaxaca, en 2016. Foto: AP.

La supuesta “guerra contra las drogas”, impuesta por el imperialismo estadounidense e implementada desde el sexenio de Felipe Calderón, ha dejado hasta la fecha casi 240 mil asesinatos, y desde entonces la violencia ha sido generalizada. El problema radica en que el Estado tiene el monopolio del uso de la fuerza y de las armas y las grandes mayorías de explotados y oprimidos quedan vulnerables ante sus ataques y los de sus socios de los grupos delictivos. Basta recordar la desaparición, y posible asesinato, de los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa en 2014.

En octubre de 2010, un autobús que transportaba obreros a sus hogares, tras su jornada laboral en una maquiladora de Ciudad Juárez, Chihuahua, fue atacado a tiros por sujetos armados. En el ataque, cuatro obreros fueron asesinados, quince quedaron heridos y una persona fue secuestrada (La Jornada). Si los obreros hubieran tenido la posibilidad de portar armas, sin duda habrían podido defenderse. Este ataque fue un crimen contra la clase obrera y no debe olvidarse.

Tanto en México como en Estados Unidos y en todo el mundo, la clase obrera y todos los oprimidos se encuentran bajo ataque. La profundización de capitalismo en su fase “neoliberal” amenaza con incrementar la  miseria para las grandes mayorías y acabar con todos aquellos logros que a la clase obrera le costó ganar a través de encarnizadas luchas.

En todos lados, la vida de los explotados y oprimidos es amenazada por las fuerzas represivas del Estado burgués, por un lado, y por los grupos de ultraderecha, por el otro, por lo que señalamos la urgencia de que la clase obrera organice grupos de autodefensa, lo que sería el núcleo de un futuro Ejército Rojo, dirigido por su partido leninista. León Trotsky señaló que:

Las bandas fascistas sólo pueden ser contrarrestadas victoriosamente por los destacamentos de obreros armados que sienten tras de sí el apoyo de millones de trabajadores. […] En todas partes donde sea posible, empezando por las organizaciones juveniles, es preciso constituir prácticamente milicias de autodefensa, adiestrándolas en el manejo de las armas. […] El armamento del proletariado es un factor integrante indispensable de su lucha emancipadora.

Programa de Transición, la agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional, 1938.

Para lograr la emancipación de la clase obrera, así como la liberación de todos los oprimidos, es necesario forjar el partido obrero de la Revolución Mundial en el que explotados y oprimidos luchen codo a codo contra la opresora dictadura del capital. En el Grupo Obrero Comunista tenemos como principal tarea el forjar el núcleo de tal partido que, armado con el Programa Trotskista de la Revolución Permanente, luche por el socialismo, una sociedad sin explotación ni opresión racista.

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